23/10/2015
Se reduce la frontera agrícola y caerían 9% los agrodólares
Por segundo año consecutivo la superficie cultivable de maíz y soja tiene una caída, lo que demuestra la crisis del campo que afecta en especial a áreas marginales como la Cuenca del Salado donde en muchas zonas se había dejado la ganadería en pos de los brillos prometedores de la agricultura.
Volver a criar bovinos es caro y no todos pueden retomar esa senda productiva; son campos (algunos todavía anegados o bajo el agua) que se pierden para las estadísticas.
Según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa rosarina, la intención de siembra de soja de la actual campaña 2015-2016 se proyecta en 20,5 millones de hectáreas, mientras que la de maíz está estimada en 3,3 millones.
Esta última cifra expresa una disminución del 23% sobre el área maicera nacional cultivada en el ciclo pasado, en espera de que las siembras tardías en diciembre puedan tener un efecto compensatorio.
Los altos rindes de indiferencia, necesarios para cubrir los costos y obtener rentabilidad también conspiran contra la implantación de soja y maíz mientras que por el lado del trigo se puede hablar de alguna sorpresa positiva.
La información la brindó el Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales porteña al dar cuenta de que ya que se comenzaron a trillar los primeros lotes de trigo en el norte argentino, NOA y NEA.
El asombro de muchos productores de estas zonas castigadas por su alejamiento de los puertos y altos valores de fletes para pagar se basa en que el trigo comenzó a dar rindes altos, entre 1000 y 2500 kilos por hectárea, según el lugar, cuando en muchos casos habían sido sembrados los lotes sólo para no dejar desnudos los suelos.
Mientras que el otro dato de la semana correspondió a un análisis del economista del Ieral de la Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, quien calculó que en 2016 con un nuevo gobierno “se proyecta un escenario base de exportaciones por 23.800 millones de dólares, un ajuste de 2.300 millones (9%) respecto de este año”.
La caída de 2015 que prevé es de 3.100 millones de dólares respecto de 2014 es decir una baja del 11 por ciento, magnitud menor a la baja de precios externos que superó holgadamente el 20% en todos los productos clave.
Estimó que para 2016 se supone una “estabilización de precios internacionales en niveles medios inferiores a los del 2015, y un ciclo agrícola de menor producción, considerando además que no se regularizan las existencias sojeras”.
Explicó que respecto de los agro dólares que habría en 2016 “un supuesto no explicitado hasta aquí es la continuidad de elevadas existencias de soja al cierre del ciclo 2015/2016 (marzo 2017)”.
Ahora bien, podría ocurrir que los productores y los demás actores de la cadena que utilizan a la soja como ahorro o protección, o ambos casos, decidan ante el cambio de políticas y reglas de juego desprenderse de buena parte de ella.
“Como existe controversia sobre los números de las existencias, a los efectos de hacer alguna simulación conservadora, considérese que el excedente fuera de siete millones de toneladas” y que se regulariza en 2016 en un 100 por ciento, el panorama cambiaría.
A precios esperados de grano de soja, indicó Garzón, se trataría de una inyección adicional de divisas del orden de 2.400 millones de dólares, en tanto y en cuando el nuevo gobierno acierte con las medidas macroeconómicas y genere confianza.
Hasta el momento la situación es la siguiente: desde el 2011 “se viene deteriorando el flujo de divisas generado por el campo y su industria más directa”.
En ese año los ingresos tuvieron un pico y llegaron a 33.900 millones de dólares, pero con razón el especialista advierte que si se compara el flujo proyectado a 2016, hay un ajuste de 10.100 millones de dólares, es decir del 30 por ciento, en un período de 5 años.