Los fundamentos de la tendencia negativa se repitieron, con el quebranto del petróleo al tope de la lista, dado que la posición junio del crudo estadounidense se desplomó un 43,4%, tras pasar de 20,43 a 11,57 dólares por barril.
Con esa nueva caída del petróleo como marco y con el fuerte descenso de la demanda de combustibles, consecuencias de la paralización de las actividades comerciales y sociales en medio de la pandemia de coronavirus, la industria del etanol solo puede esperar más cierres de plantas productoras y los oferentes de maíz deben pensar qué hacer con los excedentes del ciclo 2019/2020 -en su informe de abril el USDA los estimó en 53,15 millones de toneladas- y cómo manejar la posible llegada de una cosecha récord en la campaña 2020/2021, proyectada por los privados entre 385 y 395 millones de toneladas.
Quizás, abrumados por todo ello, cerca del mediodía local los operadores de Chicago condujeron el valor del maíz hasta un mínimo de rueda de 118,50 dólares por tonelada para el contrato mayo, el peor nivel en cerca de 10 años, que logró ser elevado en el último tramo de los negocios gracias al repunte del mercado de soja y a la posibilidad de que China concrete nuevas compras de maíz estadounidense, en función de precios que ahora resultan atractivos.
Ayudas para el petróleo
Otro hecho que ayer precipitó transitoriamente al maíz abajo del límite de los 120 dólares fue un tuit del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el que escribió: "Nunca dejaremos que la gran industria de petróleo y del gas de Estados Unidos se caiga. He dado instrucciones al Secretario de Energía y al Secretario del Tesoro para que formulen un plan que ponga a disposición fondos para que estas empresas y empleos tan importantes estén asegurados en el futuro".
Ocurre que no hubo entre las palabras del presidente mención alguna sobre la industria del etanol. Y, para peor, muchos vincularon el texto del mandatario con la ola de pedidos que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) está recibiendo de parte de refinarías de crudo, para quedar exentas de la obligatoriedad de cortar el combustible fósil con biocombustibles. Los operadores tienen en claro que puesto a decidir entre un sector y el otro, Trump va a optar por el petrolero.
"La Administración Trump y la EPA son los peores enemigos que ha tenido la industria del etanol", dijo a LA NACION una fuente que hasta fines de 2019 integró una de las principales firmas productoras de etanol de Estados Unidos. Y agregó: "Trump afirma que ama el negocio del etanol, pero no sólo no ha hecho nada por fomentarlo, sino que le ha hecho mucho daño".
La fuente aseguró que si bien la caída del valor del petróleo es muy importante en el quebranto que atraviesa la industria del etanol, a su juicio, resulta más perjudicial la fuerte retracción de demanda de etanol para el corte con los combustibles fósiles.
"En eso Trump y la EPA fueron los principales responsables, por la práctica de otorgar exenciones a refinerías de petróleo, que así redujeron sus compras de etanol. Y esto no empezó con el coronavirus, sino que viene impactando en los últimos dos años. A eso hay que sumar la injerencia de Ted Cruz (senador republicano por Texas), defensor del sector petrolero, en el mercado de los RINS (Número de Identificación Renovable, por sus siglas en inglés), que hizo todo lo posible para poner a los productores de etanol a bailar al ritmo de la industria petrolera", dijo.
En la actual coyuntura, muchos se preguntan qué fue del "paquete gigante" de ayuda a la industria del etanol prometido vía Twitter por Trump el 29 de agosto de 2019. "Los agricultores estarán muy contentos cuando vean lo que estamos haciendo por el etanol, sin incluir el E-15 (habilitación para el uso de la mezcla de combustible fósil con 15% de etanol durante todo el año), que ya está hecho. Será un paquete gigante, ¡prepárense! Al mismo tiempo pude salvar a las pequeñas refinerías de ciertos cierres. ¡Genial para todos!", escribió por entonces el mandatario.
"El paquete gigante fue simplemente otra falsedad con la que Trump 'engordó' a los agricultores y a los productores de etanol para quitárselos de encima, justo cuando arreciaban las críticas por las exenciones otorgadas por la EPA a las refinerías", aseguró la fuente.
Como mea culpa del momento que atraviesa el sector, quien fuera ejecutivo de una importante firma productora de etanol ubicada en Iowa señaló que tras el auge del biocombustible a partir de 2010 se "incrementó la capacidad instalada de una forma desmedida, sin tener en cuenta perspectivas que a largo plazo no eran alentadoras, en función de una industria automotriz que iba hacia vehículos híbridos y eléctricos".
En el escenario actual, proyectó que por la caída que se prevé en la demanda de combustibles en Estados Unidos, "para el ciclo 2020/2021 el consumo de maíz por parte de la industria del etanol va a reducirse en un 20% respecto del nivel actual, es decir, unos 25,40 millones de toneladas". Hoy el USDA prevé para la campaña 2019/2020 una demanda de maíz para etanol de 128,27 millones de toneladas, tras ajustarla desde los 137,80 millones que se estimaban a principios de marzo.
Anteayer, Charlie Sernatinger, jefe global de Futuros de Granos de ED&F Man Capital Markets, dijo a LA NACION que "el 44% de la capacidad instalada para producir etanol en Estados Unidos ya dejó de operar" y advirtió que el gobierno deberá generar nuevos programas para achicar las existencias de maíz, "incluyendo compras para donar a terceros países. Y, eventualmente, pensar en planes de pago a los agricultores para que no siembren en el ciclo 2021/2022".
En su análisis diario de la rueda de negocios, este especialista explicó ayer que "los precios a futuro del maíz les están gritando a los agricultores: '¡No planten!' Pero la advertencia está cayendo en oídos sordos. La señal de no plantar es demasiado tardía para la mayoría de los agricultores, que ya cuentan con todos los insumos para avanzar con las tareas".
En ese sentido, ayer el USDA informó que la siembra de maíz 2020/2021 avanzó sobre el 7% de una superficie prevista en 39,25 millones de hectáreas, frente al 3% del reporte anterior; al 5% implantado un año atrás, y al 9% promedio de las últimas cuatro campañas.
Caída local
La fuerte caída del valor del maíz en Chicago, que ya acumula un 20,2% en lo que va del año, de 152,65 a 121,75 dólares por tonelada, también impacta en el mercado doméstico del cereal.
Ayer, las ofertas abiertas por maíz disponible para la zona del Gran Rosario cayeron de 123 a 115 dólares por tonelada, mientras que para Bahía Blanca lo hicieron de 135 a 125 dólares. Solo dos meses atrás los exportadores ofrecían 140 y 155 dólares por la mercadería con descarga en abril, es decir, un 17,9 y un 19,4% más, respectivamente.
En el Matba Rofex, las posiciones abril y julio del maíz perdieron ayer US$3,60 y 2,50, tras pasar de 126,50 a 122,90 y de 120,50 a 118 dólares por tonelada. Dos meses atrás estos contratos se cotizaban a 140,10 y a 132,40 dólares por tonelada, un 14 y un 10,9% por encima de los niveles actuales, respectivamente.
La Nación - Dante Rofi