“Un aspecto crucial del cálculo es el de la amortización, porque si el mismo no se considera, luego el contratista se queda sin capital para poder renovar los equipos y se encuentra con productores que quieren la mejor tecnología al menor precio posible; si el trabajo se regala, la maquinaria se va quedando en el campo con cada hectárea trabajada”, aseguró Ferrucci a Valorsoja.com.
El secretario de Facma consideró que uno de los principales problemas de la actividad es la competencia desleal realizada por productores con maquinaria propia que prestan servicios a vecinos que no son registrados impositivamente.
También se mostró a favor de que el Censo Agropecuario 2018 haya visibilizado que existen más de 31.000 contratistas rurales en la Argentina. “Es un primer paso importante para que se considere al contratista como parte indispensable de la cadena de valor agrícola y sujeto de derechos y de crédito”, apuntó.
Ferrucci señaló que la mejor manera de proteger a la actividad no es con subsidios, sino implementando contratos que permitan cobrar el servicio con granos, de manera tal de proteger así los ingresos de los contratistas de la inestabilidad cambiaria. Eso –añadió– permitiría mejorar el perfil crediticio de los contratistas, muchos de los cuales, luego de haber renovado equipos en los últimos años con créditos dolarizados, experimentan en la actualidad serios inconvenientes financieros y económicos.
“El contratista debería estar empadronado en cada jurisdicción, para que, si se declara la emergencia agropecuaria en una zona en particular, aquellos que prestan servicios en la misma puedan contar con cierta flexibilidad para pagar créditos o impuestos; los contratistas tendríamos que ser considerados en la Ley de Emergencia Agropecuaria”, requirió.
Ferrucci dijo además que el crecimiento del área de gramíneas –fundamentalmente maíz y trigo– registrado en los últimos años permitió mejorar de manera notable la distribución temporal del trabajo del contratista rural para evitar las situaciones perjudiciales del efecto embudo promovido por la “sojización”.
“Gracias al crecimiento del área de maíz de segunda, muchos contratistas pudieron trabajar este año hasta el mes de agosto (en la cosecha del cereal) para poder contar así con los ingresos necesario para cancelar créditos”, explicó. Facma está integrada por la Asociación de Contratistas de Entre Ríos, la Asociación Contratistas Rurales de Rio Negro, la Asociación de Propietarios de Máquinas Rurales Casilda (Santa Fe), el Centro de Contratistas de Máquinas Agrícolas de San Vicente (Santa Fe), la Asociación de Trilladores y Contratistas de la provincia de Córdoba, la Cámara de Propietarios de Máquinas Agrícolas de La Pampa y la Cámara Bonaerense de Contratistas Rurales.
Valor Soja