"La influencia del cultivo antecesor es de gran importancia para la soja", asegura Martín Ambrogio, vicepresidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), al enumerar algunas de las herramientas de manejo que tienen a mano los productores para acortar la brecha productiva. De esta manera, el rendimiento de un cultivo de soja se empieza a conformar con las condiciones de suelo generadas por los cultivos anteriores: cobertura, porosidad, fertilidad natural, materia orgánica.
"La rotación de cultivos con gramíneas invernales y estivales potencia el sistema e impacta directamente en la eficiencia del uso del agua y por ende en los rendimientos", comenta. Desde su experiencia, los mayores rendimientos alcanzados en las últimas campañas se han logrado en lotes que tuvieron al cultivo de maíz como antecesor: "Es un hecho comprobado que tienen un rendimiento en granos superior al antecesor soja". En este aspecto, se ha vuelto un indicador positivo la recomposición parcial de las superficies de maíz y trigo que ha tenido lugar en las distintas zonas productivas del país durante los últimos años.
El modelo ideal de Ambrogio para desarrollar el máximo potencial en soja en, por ejemplo, la zona núcleo, abarca también utilizar variedades de grupo de madurez corto (3 y 4) que deben ser sembrados preferentemente durante el mes de octubre y con niveles de fósforo superiores a 15 parte por millón (ppm).
"Es muy recomendable además utilizar semillas de calidad con el objetivo de alcanzar la densidad de plantas acordes a cada ambiente productivo", añade el ingeniero agrónomo, que para la zona núcleo debería ser de 250 mil plantas por hectárea a 52,5 centímetros de distancia.
Sensibilidad
Desde el punto de vista de la sensibilidad hacia el fotoperíodo, la soja es considerada una planta que necesita de días cortos para inducir su floración. Por eso la recomendación es sembrarla durante el mes de octubre, ya que de esta manera posibilita que el cultivo se desarrolle desde sus primeros estadios. "Así se logra que el período de formación de vainas y granos coincida con días de alta radiación solar y disponibilidad de agua en el suelo, lo que colabora a obtener los máximos potenciales de rendimiento", explica.
Igualmente, el vicepresidente de Acsoja aclara que la elección de la fecha de siembra depende de cada región, aunque para la zona núcleo lo más recomendable sería a partir del 10 de octubre.
En cuanto a la nutrición del cultivo, para una vasta región sojera los nutrientes de mayor peso siguen siendo el fósforo y el azufre. "Es muy recomendable la fertilización fosforada y azufrada, que pueden realizarse en forma anticipada y al voleo, o al momento de la siembra", remarca Ambrogio. En tanto, si bien los niveles de potasio en nuestros suelos suele ser elevado, ya se están encontrando indicios de respuestas en rendimientos con este nutriente, sobre todo en regiones arenosas.
Sobre los tratamientos de semillas, el especialista considera que las siembras se realizan en suelos cada vez más fríos. Por eso es importante contar con buenos tratamientos de fungicidas e inoculantes de alta calidad que aseguren un correcto funcionamiento del proceso de fijación de nitrógeno. Por otro lado, el monitoreo de plagas resulta una herramienta vital frente a la toma de decisión de aplicar un insecticida. "Las variedades de soja IPRO cuentan con el beneficio de no tener que realizar tratamientos para defoliadoras, lo cual es fundamental para la región norte del país", sentencia.
Malezas
El control de malezas ha pasado a ser un tema de alto impacto en el cultivo de soja, tanto por su complejidad en el manejo pero sobre todo por los costos que origina. En los últimos años se han detectado casos de resistencias de malezas a herbicidas que obligan a los productores a estar más atentos. La recomendación pasa por iniciar lo más temprano posible una estrategia de control para luego complementar con productos residuales durante el barbecho corto en primavera.
"La utilización de productos residuales es una herramienta de mucha utilidad para el control de malezas resistentes", confirma Ambrogio, quien considera a su vez que es muy importante estar atentos a la rotación de principios activos y a su eficiente aplicación para no generar luego fitotoxicidad sobre el cultivo. También aconseja integrar al esquema productivo cultivos de cobertura como vicia, avena o centeno, ya que aportan múltiples beneficios productivos al suelo, colaborando a la vez con el control biológico de las malezas.
La última recomendación del especialista pasa por el momento de la cosecha: "La utilización de plataformas Draper o de lona posibilitan un correcto tratamiento del grano evitando así pérdidas innecesarias".
En todos los casos se recomienda adoptar una estrategia integral para enfrentar a las malezas que en cada campaña presentan un desafío distinto por superar y frenar pérdidas.
La Nación