09/09/2019

Malezas. Fernando García Frugoni: "Si te dormís un año, perdés"

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Hoy es prácticamente imposible producir sin una elaborada estrategia de control de malezas. Las fórmulas simples ya han dejado de tener impacto y ahora la solución pasa más bien por tener una mirada agronómica amplia sobre el problema.

"Hay muchísimas prácticas y tecnologías que combinándolas e integrándolas a nuestro esquema de producción, pueden provocar una sinergia y mejorar efectivamente el control de malezas en los distintos sistemas", comenta Fernando García Frugoni, líder del proyecto Malezas de CREA.

Rotaciones por ambiente, cultivos de servicio, aplicaciones selectivas o monitoreo digital son herramientas ya largamente conocidas por los productores. Pero la gran novedad radica en aplicarlas conjuntamente para darle mayor estructura a los suelos y estabilizar el sistema productivo. "Seguramente este tipo de prácticas hacen más complejo al sistema, pero también lo hacen más eficiente", asegura el especialista.

"Hoy están muy de moda los cultivos de servicio o cobertura, que casi en forma indiscutible ayudan a bajar la cantidad de plantas y en algunos casos modifican sus curvas de nacimiento", señala García Frugoni. Pero las ventajas de dicha práctica van más allá de mantener a raya a las malezas, ya que también colaboran en estabilizar los rendimientos, obtener una mayor captura de carbono, mejoran la infiltración de los suelos o hacen más eficiente el uso del agua.

Todo esto redunda en términos económicos: "Si hacés la cuenta solo por peso ingresado sobre peso gastado, es un negocio empatado. Pero cuando pensás a mediano o largo plazo, vas a obtener beneficios agronómicos claros y concretos que quizás son difíciles de reflejar en una planilla anual de Excel".

Sin embargo, la incorporación de cultivos de servicios al esquema productivo debe hacerse de forma consciente y planificada para alcanzar buenos resultados. "No es 'voleo un centeno y soluciono el problema'. Es más complejo", advierte el especialista. Se trata de una práctica que requiere de mucha agronomía, aprendizaje y estar más encima de los lotes: "Todos los integrantes del sistema de producción, tanto empleados como contratistas, deben estar muy preparados para la toma de decisiones".

Otra de las prácticas más difundidas en los últimos tiempos en manejo de malezas tiene que ver con tecnologías digitales, y sobre todo con aplicaciones selectivas. "Comenzó hace cinco o seis años en el norte de nuestro país, una zona donde no hay cultivos de invierno y donde los problemas de malezas son complejísimos. Pero ahora se está desplegando también por toda la zona núcleo", afirma Frugoni.

Este tipo de aplicaciones con sensores realizan un trabajo mucho más específico y concreto durante el barbecho. Así se logra disminuir la cantidad de herbicidas utilizados por hectárea, un menor impacto ambiental y un ahorro sustancial de costos. "Estoy atacando el problema donde está y no en todos lados por las dudas. En las zonas donde se usa está muy claro que el control de malezas es mejor y se mejoran también los rindes", remarca.

La incorporación de nuevos cultivos al esquema productivo también se suma al manejo de malezas. "Es una dinámica muy fuerte en los últimos años que viene dando buenos resultados. Se diversifican las rotaciones, lo que siempre es ventajoso para el control de malezas, y además se puede vender un producto diferenciado o más especializado a quizás un mejor precio", considera el asesor CREA. Porotos en el NOA y NEA, garbanzo en Córdoba, arvejas en el norte de Buenos Aires o maíz pisingallo en diversas regiones del país, son algunos casos que van por ese camino.

Este tipo de prácticas no sólo responden a una tendencia global hacia la producción sustentable o a un reclamo cada vez más fuerte de los consumidores. También repercuten favorablemente en el negocio. "En el caso de la soja puede generar nuevas oportunidades. Cada producto tiene una historia detrás y quizás haya alguien que esté dispuesto a pagar un peso más por una soja que se produjo con un cultivo de servicio, o con una menor huella de agua, o con un grupo específico de herbicidas", avizora.

Sin embargo, el consultor también aclara que la utilización de herbicidas sigue siendo la carta más a mano que tiene los productores para mantener a raya a las malezas. "Es la primera opción de control y la herramienta más usada. Pero lo que está claro es que no debe quedar nadie que solo se limite al control químico. Todos lo complementan con alguna otra práctica de manejo o tecnológica", reconoce.

"El camino recorrido ha sido espectacularmente bueno y hoy lo que sabe un productor medio es infinitamente más. No quiere decir que tengamos todo resuelto ni mucho menos, porque es una problemática en constante evolución y si te dormís un año, perdés. Pero lo cierto es que el sector ha hecho un aprendizaje muy importante en un tiempo muy corto", concluye.

La Nación